05/03/2020
Según la Seremi de Salud Metropolitana, cada año en la Región Metropolitana, son mordidas por araña de rincón alrededor de 200 personas. En 2017 fueron 189, siendo el rango etario de 15 a 44 años el más afectado.
Con respecto a la mortalidad, en los últimos 3 años, una persona ha fallecido en esta región y a nivel país, hubo 3 personas fallecidas; de 34, 45 y 68 años, todas mujeres.
El hábitat de la Loxosceles laeta o como comúnmente se le llama, araña de Rincón, es eminentemente urbano, tiene una longitud de tres a cuatro centímetros con las patas extendidas; cuerpo de color café pardo; está cubierta de pelos en el abdomen; posee ocho patas gruesas; desarrolla una actividad nocturna y muerde para defenderse, principalmente, en las extremidades, posteriormente la cara, tórax, cuello y abdomen.
El cuadro clínico del loxocelismo o cuadro tóxico producido por el veneno que inyectan las arañas de este género (Loxoceles) se caracteriza por necrosis cutánea que en un bajo porcentaje se acompaña de manifestaciones sistémicas graves que pueden conducir a la muerte. No existen exámenes específicos que certifiquen su diagnóstico por lo que éste se basa en el antecedente del episodio de mordedura, la presentación clínica sugerente y el análisis de los ejemplares o parte de ellos.
En nuestro país se identifican 2 arañas venenosas, estas son: La araña de rincón y la viuda negra (Latrodectus geometricus), ambas son capaces de causar graves daños al ser humano, incluso la muerte.
Debido a que la araña de rincón es urbana, la mayoría de los accidentes ocurren en el interior de las casas. Es por esto que la limpieza del hogar es lo más importante para la prevención de su picadura. Se debe limpiar detrás de los cuadros, separar la cama de la pared, aspirar clóset y rincones, sacudir ropa antes de ponérsela, revisar cara inferior de los muebles y otros lugares oscuros donde les gusta ubicarse.
Además, luego de la limpieza es muy importante desinsectar las casas con BTFLY 25 ME, insecticida en base a Deltametrina, la cual se encuentra recubierta por una película de polímeros que se adhiere al cuerpo de los arácnidos y otros insectos y que permite que se libere lentamente, permitiendo que el producto esté más tiempo disponible para tomar contacto con los insectos.
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